En la reunión de Salvar a Floresta el día 16/07/ se aprobó el siguiente documento.
La discriminación, parece ser se ha vuelto en contra de los argentinos, al menos esto es lo que sentimos como resultante, o al menos así parece tal y como es aplicada en la zona de Floresta y alrededores.
La razón puede buscarse o bien en la unidireccionalidad de la interpretación de la norma misma o tal vez en la toma de decisiones sin la debida reunión de elementos evaluativos suficientes, al momento de hacerla efectiva.
La sola mención de “me discriminan” o “somos discriminados”, usados como lanza, escudo y latiguillo, es determinante, involucrando por un lado a los funcionarios del área y movilizando a los medios.
De cumplimiento automático que pareciera irracional, emotivo y en muchas oportunidades sin razón.
Estos actúan la más de las veces, sin la necesaria información, o sin saber si hay contraparte y por sobre todo en particular, si son afectados, por esta forma, quizás ligera o liviana; o sin considerar, si se vulneran otros derechos.
Volviendo cuestionable, cuando no dudoso, el cumplimiento al que están obligados los funcionarios, automático, emotivo, a veces sin razón.
Por el consabido y conocido principio constitucional de igualdad ante la ley.
Los de convivencia por ejemplo.
Sus efectos adquieren distintas formas e igualmente variados son sus consecuencias.
Este reclamo tiene sus fundamentos en la alteración, de las formas de la vida social barrial, que perdiera en este contexto, la característica de zona residencial como es tan notorio, por visible, palpable y audible.
Que se ha visto conmocionada a partir, de haberse convertido este barrio en un centro, de producción y comercialización de desarrollo, desusado, desmedido, donde se destaca la anomia, en la prosecución de objetivos donde predomina, solo el lucro a cualquier costo y sin límites. Equivalente al sin respeto.
Es precisamente esta anomia, de práctica exacerbada, oculta detrás de la supuesta discriminación, y ayudada con silencios cómplices, incumplimiento de deberes de funcionarios, y por supuesto de los beneficiarios materiales.
Los resultados afectan a los vecinos, ruidos, ratas, residuos, caos de tránsito trae por añadidura otra serie de males consecuentes, violación a las normas constructivas, de comercialización, laborales, de habilitación, impositiva, etc.
Lo más notable que quienes se dicen discriminados, han llegado a marchar pidiendo que se los deje trabajar, entre otras cosas permitiéndole violar la ley,
Ya que en innúmeros casos no se cumplen normas de la debida como ser la documentación, norma elemental de radicación, trabajo esclavo y sin condiciones de higiene y seguridad, que en muchos casos hay niños expuestas a incendios como los ya ocurridos y respirando polvo o pelusa perniciosa pulmonarmente, hacinados y encerrados las más de las veces, la evasión del control sanitario en ese medio es propagador de enfermedades contagiosas.
Las escuelas del barrio tienen detectados aumentos de casos de tuberculosis, negadas oportunamente por el hospital zonal por instrucciones políticas de ministerio y gobierno.
Desde el extremo de los carteles portados por los manifestantes con la consigna “queremos trabajar no nos discriminen” aunque se violen varias leyes -insistimos- tal parece están por encima de ellas, ya que su derecho va más allá.
Hasta una vacante en un escuela en el lugar y horario que deseen, ante la mínima queja de discriminación, que alcanza y tiene más fuerza que un niño que lo solicitara anteriormente, pero sin este argumento, ni tratamiento estatal de igualdad sin este argumento y que podría tener dos o tres generaciones de argentinos; lo mismo ocurre con la documentación o los obligados planes de vacunación, exigible solo a los oriundos; tales extremos están resumidos en la memoria del barrio y sus docentes. O en las presiones sufridos por los directivos. Esto convierte a los nativos en ciudadanos de segunda, si se contrasta con los “discriminados”. Estos no son argumentos xenófobos, si no de reclamo de igualdad ante la Ley, según el fiel de la balanza.
También hay usurpaciones, sobre las cuales se oponen devolverlos, a sus legítimos dueños y hasta confrontan físicamente y de la ilegalidad de la ocupación, se pasa a reclamar soluciones justas que el general -compensación pecuniaria- que pagamos los ciudadanos de CABA. Resultando que a un delito lo retribuimos con beneficios, pues el segundo escalón a este avance sigue el reclamo de vivienda digna de parte de quienes violaron o no respetaron la ley; tomando de la misma los beneficios, pero no acatan según convenga.
El mencionado hacinamiento, cama caliente, el trabajo esclavo es otra consecuencia en este barrio, con todo lo que ello implica, incluidos vectores de salud, a pesar de ambas variables, ya que viene con el trabajo reiteramos se pedía en la gran marcha que interrumpía el transito -otra violación- al igual que los micros de los tours de compra, vehículos de los negocios el doble fila
Y conteiners colocados en donde les sirva, más allá del derecho vecinal, ni que hablar de higiene y basura.
Respecto del personal municipal que también trabaja, es ignorado, insultado, cuando no amenazado o presionado de distintas formas.
Estos son expuestos sintéticamente, parte de los daños directos y colaterales.
Esto que expresamos someramente, forma parte de nuestro fundamento al solicitar se contemplen nuestros derechos, ya que respecto a los cuales nos sentimos discriminados en nuestra propia tierra, a la cual deseamos, que aquellos que de buena voluntad vengan, sean bienvenidos, y nos ayuden a mantenernos acorde a nuestra cultura, solo les pedimos paz, respeto y cumplimiento de nuestras leyes aunque imperfectas seguramente, son las que tenemos y están al servicio del cualquier ser humano.
Lo cual nos debería incluir, pero no ocurre, y por lo tanto elevamos este reclamo, ya que nos sentimos discriminados.
Esperamos que las autoridades, de la ciudad y de la nación, cumplan con su deber garantizando nuestros derechos, hoy sin duda, vulnerados.
Que todos podamos vivir trabajar, dentro el marco de la ley.
Por nuestra parte queremos convivir tranquilos, en nuestro querido barrio tradicional y residencial según las normas vigentes.
Las alteraciones señaladas, nos –insistimos- discriminan, por lo tanto solicitamos la intervención de los organismos competentes del estado a fin vivir normalmente como tenemos derechos.
Gerardo Cruz Espeche