Salvar a Floresta saluda la llegada del Papa
Francisco, quien ya, como Arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, se mostró
sensible a las problemáticas sociales.
Queremos destacar el compromiso compartido en su lucha contra los
talleres clandestinos y la esclavitud laboral, lo que se inicia con el trágico
episodio del taller de costura de la calle Luis Viale.
Por todas estas coincidencias, transcribimos las homilías del Cardenal
Bergoglio, en oportunidad de la de las misa celebrada en la Plaza Constitución
el 25 de septiembre de 2012 y la otra en la calle Luis Viale frente a la puerta
del taller de costura incendiado con víctimas fatales.
Homilía
pronunciada por el Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Jorge Mario Bergoglio
s.j. en la Plaza Constitución con motivo de la 5° Misa por las Víctimas de
Trata y Tráfico de Personas el 25 de septiembre de 2012.
Hoy en esta Ciudad queremos que se oiga el grito, la pregunta de Dios:
¿Donde está tu hermano? Que esa pregunta de Dios recorra todos los barrios de
la Ciudad, recorra nuestro corazón y sobre todo que entre también en el corazón
de los “caínes” modernos. Quizá alguno pregunte: ¿Qué hermano? ¿¿Dónde está tu
hermano esclavo!?! ¿¿El que estás matando todos los días en el taller
clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usás
para mendicidad, para “campana” de distribución de droga, para rapiña y para
prostituirlos…? ¿Dónde está tu hermano el que tiene que trabajar casi de
escondidas de cartonero porque todavía no ha sido formalizado…. ¿Dónde está tu
hermano…? Y frente a esa pregunta podemos hacer, como hizo el sacerdote que
pasó al lado del herido, hacernos los distraídos; como hizo el levita, mirar
para otro lado porque no es para mí la pregunta sino que es para otro. ¡La
pregunta es para todos! ¡Porque en esta Ciudad está instalado el sistema de
trata de personas, ese crimen mafioso y aberrante (como tan acertadamente lo
definió hace pocos días un funcionario): crimen mafioso y aberrante!
¿Dónde está tu hermano? Y vos que estás mirando, que te hacés el
distraído, no dejás lugar en tu corazón a que entre la pregunta; que decís esa
no es para mi… ¿Cual!?!? ¡¡El esclavo!!! El que en esta Ciudad sufre estas
formas de esclavitud que mencioné recién porque esta Ciudad es una “Ciudad
abierta”, aquí entran todos: los que quieren esclavizar, los que quieren
despojar… así como cuando se rinde una Ciudad se declara “Ciudad abierta” para
que la saqueen, aquí nos están saqueando la vida de nuestros jóvenes! La vida
de nuestros trabajadores! La vida de nuestras familias! Estos tratantes… no, no
los insultemos sino recemos por ellos también para que escuchen la voz de Dios:
¿Dónde está tu hermano?
A vos tratante, hoy te decimos: ¿Para que hacés esto? No te vas a llevar
nada, te vas a llevar las manos preñadas de sangre por el mal que hiciste. Y
hablando de sangre, por ahí te vas a ir del balazo de un competidor. Las mafias
son así. ¿Dónde está tu hermano, tratante!?!? ¡¡Es tu hermano !! ¡¡Es tu carne
!! Tomemos conciencia que esa carne esclava es mi carne, la misma que asumió el
hijo de Dios.
La gracia mas linda que podemos recibir hoy es la de llorar en nuestro
corazón. Señor mirá esto: Cambiales el corazón a estos esclavistas, cambiáselo.
Estos que entran a esta “Ciudad abierta” a ver qué pueden saquear, que vida
pueden anular, que familia pueden destruir, que niños pueden vender, que mujer
pueden explotar. Nosotros no venimos aquí a protestar, venimos a rezar
públicamente, en la plaza, en una Ciudad que es “Ciudad abierta” donde
cualquiera puede entrar a esclavizar.
Todos los que estamos aquí rezando también le vamos a pedir a Jesús la
gracia de no hacernos los distraídos… “Pero Padre, ¿que puedo hacer yo por una
mafia?” … ¡Rezar! Golpeá el corazón de Dios… Si sabés algo contalo pero no
mires para otro lado porque puede ser tu hijo o tu hija a quien de un día para
el otro conviertan en esclavo, o podés ser vos. Hace un tiempo tuve la alegría
de bautizar a dos nenas, hijas de un matrimonio rescatado de un taller
esclavista. Señor, así como nos diste esta gracia, hacé que se multiplique, que
podamos rescatar a muchos, que podamos devolver a la sociedad a todos aquellos
que tienen encerrados como esclavos y explotados como esclavos.
Señor, que podamos ver, convertidos hacia ti, el corazón de esos hombres
y mujeres que explotan y esclavizan a sus hermanos. Eso es lo que pedimos hoy
para esta “Ciudad abierta” donde se esclaviza a tanta gente. A nosotros, que
sabemos que es así, danos la gracia de no engrosar el ejército de los
distraídos; y a ellos, los que esclavizan, someten y matan la ilusión de tanta
gente cambiales el corazón.
Que así sea.
Homilía
del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, con motivo de la
misa en memoria de las víctimas del trabajo esclavo a los 5 años del incendio
del taller clandestino de Luis Viale 1269 el 27 de marzo de 2011
Después de haber escuchado la
Palabra de Dios hagamos un instante de silencio en nuestro corazón para
recordar a siete personas, que trabajaban aquí en un régimen de esclavitud hace
cinco años. Harry Rodríguez Palma tenia 5 años; Wilfredo Quispe Mendoza 15
años; Juana Vilma Quispe 25 años y un hijo que llevaba en el vientre cuyo
nombre solo Dios conoce; Elías Carabajal Quispe 10 años; Rodrigo
Quispe Carabajal 4 años y Luis Quispe 4 años. Esos chicos que tenían toda una
vida por delante, chicos como algunos que están sentados aquí. Ellos vieron
truncada la vida por una conducta que se repitió siempre a lo largo de la
historia y que en la Biblia aparece manifestada por un señor muy poderoso que
se llamaba Herodes, a quien no le importa matar a los chicos con tal de lograr
su cometido. Esos chicos mueren en este incendio en una casa clandestina de
trabajo esclavo. Dios le dijo una vez a Caín: “La sangre de tu hermano clama
justicia…”. Esa frase de Dios la repetimos hoy: ”La sangre de estos siete
hermanos nuestros clama justicia”. Se ha degenerado el sentido del trabajo
porque el trabajo es lo que te da dignidad.
La dignidad la tenemos por el
trabajo, porque nos ganamos el pan, y eso nos hace mantener la frente alta.
Pero cuando el trabajo no es lo primero sino que lo primero es la ganancia, la
acumulación de dinero, ahí empieza una catarata descendente de degradación
moral. Y termina esta catarata en la explotación de quien trabaja. Esta frase
no es mía, la dijo ayer el Papa en una audiencia. Cuando se revierte el
verdadero fin del trabajo el centro del trabajo que es la persona empieza a
crecer el afán de dinero insaciable y ahí todos los medios para terminar en la
esclavitud.
Una vez dije en Constitución, en
una anterior misa por las víctimas de la esclavitud y exclusión, que lo que nos
enseñaban en el colegio sobre que la asamblea del año 13 había abolido la
esclavitud eran cuentos chinos… a los más está en un escrito. Pero en esta
Buenos Aires tan vanidosa, tan orgullosa, sigue habiendo esclavos! Sigue
habiendo esclavitud! Todo se arregla… Buenos aires es coimera y lo es de alma,
y el recurso a la coima tapa todo. Los corazones se endurecen.
Hoy rezábamos el Salmo 24:
“…Cuando escuchen la voz del Señor no endurezcan el
corazón...“haciendo referencia a la escena de la roca dura que Moisés golpea y
sale agua. La voz del Señor clama por estos siete hijos muertos, y
muertos en esclavitud. La voz del Señor golpea con su Palabra tantos
corazones de piedra, y hoy venimos a rezar para que esos corazones dejen brotar
aguas de lágrimas, de arrepentimiento, de cambio de vida… Para que esos
corazones no piensen que esto no se paga, seducidos por la costumbre del “como
arreglamos”. Se paga aquí o allá pero se paga!. Pero sobre todo venimos a
pedirle al Señor que nuestros corazones crezcan en conciencia, que no tengamos
miedo de luchar por esta justicia que, hoy podemos repetir otra vez, es tan
largamente esperada.
Justicia por estos hombres y
mujeres sometidos a la trata de personas en cualquiera de los rubros… talleres
clandestinos, prostitución, chicos sometidos en trabajos de granjas y los
cartoneros que no han podido todavía unificarse, como algunos de ustedes lo han
podido hacer gracias a Dios, por los que viven de las migajas que caen de la
mesa de los satisfechos. Estos no pueden sentir a Dios. Porque el
endurecimiento de los satisfechos es algo muy duro difícil de explicar, tienen
el corazón empachado de los valores que ellos creen que valen y no dejan entrar
a la Palabra de Dios. Por eso Señor te pedimos que cuando les golpees el
corazón a ellos que no se endurezcan, que abran el corazón.
Rezamos también por todos
ustedes, por nosotros, por tantos que no conocemos y están en esta situación. Y
de una manera especial quiero rezar por los que están aquí y que tienen coraje!
Y que arriesgan la vida a cada instante para luchar por la justicia y denunciar
que en Buenos Aires todavía hay mucho trabajo esclavo!. Que Dios los
fortalezca, que Dios los mantenga allí en esa lucha por el hermano, por la
justicia, una lucha por el amor de Dios. La gran ilusión de Jesús es que
estuviéramos hermanados, pero el otro proyecto, el contrario, es muy fuerte, es
muy fuerte. Y somos víctimas de la compra y venta. Compra y venta de cariño, de
amor, de personas, de trabajo…
A los responsables de la muerte
de esta gente, de estos chicos sobre todo, a los Herodes que todavía viven en
Buenos Aires y que se enriquecen con la sangre de los chicos, que se enriquecen
con la sangre de los pobres, que Dios les toque el corazón y los convierta. Y a
nosotros que nos toque el corazón para seguir luchando por justicia. Que así
sea.